Uno de los textos que aparece recogido en el libro recopilatorio de los proyectos que durante dos años recorrieron la geografía leonesa en torno a la figura y obra de la escritora Concha Espina, surgió con motivo de la presentación de la exposición que se le dedicó en la Casa Museo de Santa Colomba de Somoza. El mismo fue tejido por Mercedes G. Rojo en torno a algunos versos de la propia escritora y frases y comentarios entresacados de las palabras que las diferentes participantes en la muestra le dedicaron al hilo de lo que a cada una de ellas les inspiró para sus propias creaciones.
Una forma diferente de percibir la personalidad de Concha y de su creación literaria. Una mínima muestra de lo mucho que se puede encontrar en este libro que ahora pueden tener entre sus manos, para descubrir muchas perspectivas de una misma persona.
UN DIÁLOGO entre ARTISTAS.
Concha: Yo soy una
mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la
tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi
esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no
existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones
halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me
escuche:
¡le busco, y no le encuentro…!
Artista. Ay, Concha, querida Concha. Nosotras, las
artistas de esta tierra que un día llevaste por el mundo, te ayudaremos a
encontrarlo. Te ayudaremos a transformarlo en imágenes inspiradas por tus
palabras, ¡tan audaces a veces para
aquella etapa en la que viviste!, mientras buscamos en ellas el origen de tu
pensamiento.
Concha.
Es en mi mismo origen donde está el surgimiento de cada una de mis obras, que
irrumpen, que surgen dando inicio a los diversos caminos por los que transcurrí
a lo largo de mi vida, conformados por mi propio pensamiento.
Artista. Y de tu pensamiento también tu propio
feminismo, entendido desde tu espíritu católico pero no por ello menos
preocupado por los problemas que acuciaban a la mujer de tu tiempo
Concha.
Problemas que yo misma sufrí a veces en mi propia carne, pero que logré superar
para convertirme en una mujer fuerte, al menos en apariencia ante los demás que
me negaban lo que mis esfuerzos y triunfos merecían.
Artista. Y así te vemos nosotras, mujer de gran
fortaleza, trabajadora sin límites, mujer de tierra, del día a día, de paso a
paso, que busca en la literatura su refugio
Concha.
Porque la literatura me cura…
Artista. Te cura como nos cura el arte, como se
convierte cada instantánea tomada por la
fotógrafa en un diálogo interior e intencionado de gran poder terapéutico,
enriqueciéndola, fortaleciendo su propia
identidad a través del instrumento de la imagen.
(Pausa)
Concha. Ciega,
escribo sobre una tablilla guía hasta el final de mis días, porque necesito
sentir el rasgueo de la pluma entre mis dedos, dejar que las palabras lleguen
al papel a la velocidad que mi mente les imprime.
Artista. Ciega, nos muestras con tu tesón que es
posible salir adelante a pesar de la adversidad de los tiempos y que es posible
seguir plasmando los paisajes que aún guardas en lo más profundo de tu memoria.
Y así los llevamos nosotras a nuestra obra, plasmándolos intuitivamente,
representándolos todos sin copiar ninguno.
Concha.
Y mis protagonistas se adelantan a mi tiempo, luchan por la igualdad como
pueden mientras, sin buscarlo, con mis palabras abro camino a quienes vienen
tras de mí por la senda del tiempo.
Artista. Como palomas que sobrevuelan Valdecruces…,
palomas símbolo de relativa libertad, domesticada… Cuentas de un roto collar,
el borde sangriento de una herida donde naufragan las ilusiones de tus protagonistas,
de tu protagonista, de Florinda, de Mariflor…
Concha. Y denuncio
ese lugar, ese personal e íntimo país, donde no existen más que esclavas, nunca
reinas; como denuncio también que, ni
aquí ni en ninguna parte, las personas trabajadoras tienen que pedir limosna
sino justicia, pues quien trabaja lo merece todo, y sería indigno aceptar como
un favor lo que se puede exigir como un derecho.
Artista:
Y así, una vez tras otra, fuiste capaz de transmitir los anhelos, los miedos y
las virtudes de las mujeres de estas y otras tierras -las siervas de la gleba-
que, con unas condiciones de vida duras, demuestran que su potencia y su forma
incansable de luchar es capaz de
vertebrar la unidad de los suyos y de su tierra.
Concha:
Trabajadora incansable de las letras, como algunas me habéis llamado, traté de
mostrar en mi obra el carácter social de
mi escritura, el grito de justicia para las mujeres y para los trabajadores que
en mis novelas recogí como protagonistas.
Artista. E hiciste de tu vida un camino, que
recorriste hasta el último momento de
forma creadora, a pesar de haberte
quedado ciega; un camino que nos dejas en herencia, marcado por el ejemplo de
tu gran capacidad de trabajo, de tu tenacidad, de tu empeño en seguir
escribiendo, como nosotras hemos de hacer para seguir creando.
Concha. Sin
dejarme vencer por las dificultades de promoción que sufríamos las mujeres de
mi propio tiempo, demostrando que era capaz, autosuficiente, igual al resto de
mis compañeros de letras…
Artista. …
dejándote acompañar por un velero de papel con mil palabras escritas,
con el que sorteabas escollos mientras tu imaginación volaba a escondidas para
cedernos un legado inmenso que has ido
dejándonos en rastros de tinta… senderos
de mil vidas, sendero de vida. Siempre. Aunque a veces también el desánimo
hiciera mella en ti y tu voz llegara a sonar como una rota campanada.
Concha. ¡Todo está
dicho ya!... ¡Qué tarde llego!...
Por los hondos caminos de la vida
pasaron vagabundos los poetas
rodando sus cantigas:
cantaron los amores, los olvidos,
anhelos y perfidias,
perdones y venganzas, zozobras y
alegrías.
Presentadora: Pero a pesar de esos versos de
Concha Espina, no es verdad que todo esté dicho ya, que sea tarde, al menos
¡no! para conocer a esta autora con una visión actual y libre de prejuicios,
para conocer las voces literarias, las muestras artísticas que ha inspirado a
partir de este pequeño homenaje que surgió una fría tarde de noviembre como por
casualidad y que, durante casi dos años, ha recorrido numerosos lugares,
incluidos algunos en el corazón de una comarca que la impresionó y que
inmortalizó para siempre en su obra La esfinge maragata. Con sus luces, con
sus sombras, como no podía ser de otra manera puesto que eso mismo son todas
las vidas, luces y sombras que se van cruzando por los mil caminos que van
tejiendo nuestra existencia.
Poema incluido por la autora en su obra La esfinge maragata (capítulo XI, La musa errante) y puesto en boca del personaje que da nombre al capítulo, uno de los que formaba parte del grupo de cómicos de la Legua que visitaron las tierras maragatas.